“Los efectos de la disparidad de género entre quienes toman las decisiones van más allá de las estadísticas generales. La falta de poder e influencia ejercida por las mujeres en la vida pública y política socava el progreso rumbo a un mundo en donde la pobreza es erradicada y donde hombres y mujeres son capaces de construir un futuro sostenible y seguro para ellos mismos y sus familias.”
- VSO (2015) Las mujeres en el poder: más allá del acceso a la influencia en un mundo post-2015
A lo largo de los últimos años de negociaciones internacionales climáticas, junto con el establecimiento de una nueva agenda de desarrollo sostenible, los gobiernos alrededor del mundo han establecido y acordado que la promoción de la igualdad de género y la protección de los derechos humanos de las mujeres son necesarios para la acción efectiva sobre el cambio climático, rumbo a sociedades pacíficas y sustentables.
En la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), donde las negociaciones determinan la política climática global, en el 2021 las mujeres representaban alrededor de 38% de las/los delegados nacionales y alrededor del 25% de las Jefaturas de Delegación. Investigaciones muestran que la disparidad de género difiere entre países y regiones. La participación de las mujeres en Europa occidental y oriental, por ejemplo, es alrededor del 45%, mientras que en África y en la región Asia-Pacífico es alrededor del 35%. Estas diferencias pueden también observarse cuando se examina la participación de mujeres en los distintos bloques de negociación; los países del Grupo Africano, los Países Menos Desarrollados (LDC por sus siglas en inglés) y los miembros de la OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo) son los que cuentan con menor representación de mujeres en sus delegaciones nacionales.
A medida que las negociaciones climáticas trabajan para implementar el Acuerdo de París, existe la oportunidad de asegurar que las políticas y acciones climáticas que respondan a las estructuras políticas y constructos sociales de género, reconozcan y respondan a las necesidades, perspectivas y derechos de las mujeres y los hombres, y mejoren y protejan los derechos humanos de las mujeres. Esto incluye el derecho de mujeres y hombres a participar plena y efectivamente en todos los niveles de la toma de decisiones sobre cambio climático.
Creando el cambio
La CMNUCC ha trabajado para fortalecer el liderazgo de las mujeres en las negociaciones climáticas, pero el progreso ha sido inconsistente.
La Decisión 23/CP.18, relativa al equilibrio de género y el mejoramiento de la participación de las mujeres en las negociaciones de la CMNUCC, subraya el reconocimiento de los países de la importancia de la participación equitativa. Sin embargo, como muchos gobiernos y ONG apuntaron en sus presentaciones de seguimiento sobre cómo alcanzar los objetivos de esta decisión, las palabras en papel no serán suficientes para transformar verdaderamente los niveles de participación, pues la disparidad de género en la toma de decisiones es un reflejo de las desigualdades estructurales de género a nivel internacional, nacional y local.
Para que sean efectivas políticas como la Decisión 23/CP.18 y otras subsecuentes como el Programa de Acción de Lima sobre Género, y la participación sea más equitativa, las palabras en papel se deben operativizar mediante inversiones en capacitación, apoyo financiero y metodologías y procesos innovadores que logren no sólo balance numérico, sino una transformación sobre quién tiene acceso e influencia a los espacios globales de toma de decisiones.
En la COP22 de 2016, la decisión sobre género y cambio climático (Decisión 21/CP.22), invitó a las Partes a "seguir prestando asistencia" en dos actividades relacionadas con el equilibrio de género: la formación y la sensibilización sobre el equilibrio de género, y el desarrollo de capacidades de las delegadas para prepararlas mejor para las negociaciones. Este lenguaje presagiaba el enfoque adoptado en el Plan de Acción de Género (GAP), que esta decisión también impulsó a desarrollar, pero dicho enfoque era limitado en su comprensión del desequilibrio estructural, donde el conocimiento del desequilibrio no necesariamente impulsará cambios significativos en los enfoques de la composición de las delegaciones ni en los recursos para facilitar el progreso.
Al año siguiente, la Decisión 3/CP.23 de la COP23 estableció el GAP, a menudo aclamado como un hito clave en el proceso de la CMNUCC al mostrar el compromiso con una hoja de ruta de actividades relacionadas con el género. En ella se señalaba la falta de avances en las delegaciones hacia el objetivo del equilibrio de género y se impulsaba la inclusión del género en la política climática a través de cinco áreas prioritarias, entre las que se encontraban el desarrollo de capacidades, la búsqueda de una participación significativa, especialmente entre las comunidades indígenas y de base, y los mecanismos eficaces de seguimiento y presentación de informes. Sin embargo, el propio plan carece de objetivos e indicadores claros para evaluar adecuadamente los avances.
En 2019, las Partes adoptaron el Programa de Trabajo de Lima Mejorado y su Plan de Acción de Género (Decisión 3/CP.25), reiterando la importancia de la "participación y el liderazgo plenos, significativos e igualitarios de las mujeres en todos los aspectos del proceso de la CMNUCC" y reconociendo que dicha participación y liderazgo deben darse en todos los niveles. Centrándose una vez más en el equilibrio de género, la participación y el liderazgo de las mujeres como una de las cinco áreas prioritarias, las tres actividades del GAP en este ámbito se centraron en la creación de capacidades para las delegadas; los fondos de viaje tanto para los delegados de las Partes como para las comunidades de base, locales y de los pueblos indígenas; y un diálogo con el Grupo de Trabajo Facilitador de la Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas. Se designa a las Partes como contribuyentes "principales" para las dos primeras actividades, un intento de responsabilizar a las Partes de garantizar el aumento de la participación de las mujeres, pero dada la correspondiente falta de aumento de la participación de las mujeres, está claro que muchas Partes no han asumido la responsabilidad de mejorar la participación y el liderazgo de las mujeres en sus propias delegaciones.
En Glasgow, en la COP26, las Partes solicitaron a través de la Decisión 3/CP.26 que la Secretaría explorara la automatización del proceso para capturar los tiempos de intervención desglosados por sexo, a raíz de los datos reveladores del informe sobre la composición de género de 2021 que señalaban la dinámica de los tiempos de intervención de los delegados en comparación con su representación relativa. Este trabajo añadió otra dimensión al informe sobre la composición por género, tal y como se solicitó en el GAP adoptado en la COP25, que confirmó que los hombres, que constituyen la mayoría de los delegados en una sala, hablan la mayor parte del tiempo, al tiempo que puso de manifiesto otras discrepancias de género en el tiempo de uso de la palabra en diferentes espacios.
Metodología
Los datos de los países destacados para las Partes se han recogido de las listas oficiales y definitivas de participantes de la CMNUCC para cada reunión durante los años 2008-2021, incluidas todas las reuniones entre sesiones y de la COP. La recopilación de datos se limita a la información publicada sobre los participantes en las delegaciones oficiales de los gobiernos y los miembros de las juntas y órganos de la CMNUCC; no se han tenido en cuenta las partes interesadas no gubernamentales. Los datos de los órganos constituidos se han extraído de los informes anuales de la CMNUCC sobre la composición de género. Para más información sobre los conjuntos de datos y la metodología, póngase en contacto con tara@wedo.org.